viernes, 12 de febrero de 2010

El descanso

El frío era tan incómodo que me hacía sentir dolor en las puntas de los pies,la noche se preveía larga,muy larga.Había mucho por hacer,pero ese mismo temblar me retraía de mis obligaciones.La luna brillaba a través del cristal empañado del pequeño ventanuco.Mi cuerpo no paraba quieto,se estremecía con las cuchillas que el inquebrantable helar clavaba en mi espalda.El tiempo estaba parado,aunque aquellas odiosas manecillas seguían bailando dentro de aquella esférica caja de madera.Fuera seguían brillando las rutilantes luces de la bóveda celestial,pero yo veía todo tan oscuro como el mismo azabache,se oía el incansable rumor de los brazos de los gigantes de aquel bosque que sugerían fantasmagóricas sombras de terror.El viento jugaba serenamente al escondite sin dejarse atrapar.Convencida de que no me haría más daño del que me proporcionaba aquel viejo cuartucho,abrí aquel desvencijado y carcomido trozo de madera que hacía de puerta y salí a enfrentarme con aquel enemigo que me estaba haciendo tanto daño.
Estaba sola,las piernas entumecidas,las manos amoratadas y el corazón roto;ya todo me daba igual,que más daba acabar mis horas al frío de aquella estancia, que en el medio del bosque.
La luna guiaba mi alma hacia aquel rumor que se oía a lo lejos,ciega por el dolor dejé que mi cuerpo se arrastrara hacia el vacío.De repente y sentada en aquella roca la mente me jugó una mala pasada,el rumoroso y estrellado mar se vislumbraba allá abajo,tan grande,tan poderoso,con una fuerza hipnotizante que me atraía,por mi mente pasaron todos los retazos de una vida sin fundamento,imágenes dolorosas de personas que nunca me habían dado,ignorantes y egoistas personajes de una triste obra de teatro donde yo era la principal protagonista.Todos se habían separado de mi al ver mi pobreza,ya no sentían necesidad de mis palabras,de mis ideas,de mis pensamientos,aunque realmente nunca sintieron esa necesidad.
Ya todo estaba decidido,no tenía nada que hacer aquí,el mar sería dueño y señor de mi cuerpo y dejaría que me engullera como si de un pozo imantado se tratara.
Lentamente,con gran dolor me puse en pie,descalcé mis pies y desnudé mi cuerpo de aquellos retazos de tela que ya no me servirían de nada y alcé mis brazos para coger impulso.Cerré mis ojos,apreté los puños y de un salto me dejé arrastrar recordando que ahora encontraría por fin un lugar donde descansar.

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