martes, 23 de marzo de 2010

El rio


Por el paisaje desolado y otoñal que hace camino hacia mi soledad,veo como el azulado cielo escurre sus grisáceas esponjas de algodón,dejando caer amargas lágrimas de un escondido sol, que se siente triste,por no tener la fuerza suficiente para lucir su esplendorosa luz.
Las corrientes de los ríos,que salvajemente arrastran restos,de lo que un dia fueron árboles llenos de vida,evocan la lucha que se produce en mi interior.
Las pequeñas cascadas,los saltos que provoca el agua al estrellarse contra los redondos guijarros, hacen saltar burbujas que se rompen en mil pedazos.
El fondo embarrado de ese pequeño y sereno regato de verano,convertido ahora en salvaje y poderoso torrente,alabado por los árboles que apostados a sus orillas,ofrecen sus ofrendas de hojas,para que las saltarinas aguas puedan jugar haciendo malabares con ellas.
La música que chasqueando y en un susurro,navega a lo largo de un camino,sin principio ni fin,dándome alas y embriagándome con sus verdes azulados y haciéndome sentir envidia de la luna,que usa sus aguas como espejo,en el que pudorosa refleja su bello hechizo.
Las ramas de los arboles,que como largos dedos se sumergen y dejan que el agua de tu lecho se escurra y choque dando irisados colores a algo transparente y pletórico de vida.
Las construcciones echas por los hombres,que clavan fuertes pilares haciendo que tus aguas se hagan esquivas y ondeantes,me ayudan a cruzarte sintiéndome dueña de ti por unos momentos,hasta que despierto de mi ilusión y veo que es imposible poseerte,pero... es tan bello soñarte.
Tu,que hechicero,me has dado tantas ansias de salir corriendo a tu ritmo y en tus frias aguas, dejándome invadir por la tristeza y la desazón de una vida monótona y sin sentido.

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